Los calefactores exteriores de la costa tienen ante sí una ardua tarea. La sal pulverizada por el mar, el viento, las nieblas y las tormentas… siempre acecha alguna amenaza que oxida los componentes metálicos. La elección de los mejores materiales para los entornos costeros, junto con un mantenimiento regular, pueden prolongar considerablemente la vida útil de sus calefactores de exterior.
Causas de la corrosión
El azote de los vientos costeros y las salpicaduras de las olas al romper constituyen, con diferencia, la mayor amenaza para los componentes metálicos. Compuesta principalmente por cloruro de sodio, acelera las reacciones electroquímicas que provocan la oxidación y otras formas de corrosión en los componentes metálicos. Además, el alto nivel de humedad relativa (HR) en las zonas costeras puede contribuir al deterioro de los metales. Esto se debe principalmente a la exposición del metal a los contaminantes atmosféricos y a otros compuestos artificiales, como el dióxido de azufre, por ejemplo, que pueden encontrarse en las capas de humedad causadas por la niebla, la bruma o el rocío. Por ello, en las zonas costeras donde imperan con frecuencia altas humedades, constantes nieblas y largos periodos sin lluvia existe una vulnerabilidad añadida a la corrosión del metal.
Concentración de aire salino
Las tasas de corrosión dependen de la cantidad de niebla salina en el aire y varían considerablemente de una región a otra. Aunque los edificios frente a la costa siempre se verán más afectados que los situados más hacia el interior, los estudios han demostrado que el aire salino puede afectar al metal a más de 80 km hacia el interior. En algunas regiones se ha detectado una penetración de la sal hacia el interior incluso mayor. En Florida, por ejemplo, se han registrado algunos de los mayores sedimentos de sal, afectando a estructuras incluso hasta 160 km tierra adentro.
Además de las precipitaciones y la humedad relativa, otros factores influyen en la rapidez con la que aire salino corroe el metal como la velocidad y la dirección del viento, la topografía de la costa y la altura de las olas. Cada uno de estos factores incide en la distancia recorrida por el aire salino. Sin embargo, al igual que ocurre con cualquier factor climático, también significa que las tasas de corrosión pueden variar considerablemente de un año a otro.
Acero inoxidable para calefactores de exterior en la costa
El acero inoxidable es considerado como uno de los metales más resistentes a la corrosión que desde hace mucho tiempo ofrece buen rendimiento en las regiones costeras. Los dos tipos más populares de acero inoxidable son los grados 304 y 316. Aunque ambos tipos ofrecen excelentes resultados en la mayoría de los entornos, el de grado 316 está compuesto por un 2 % a 3 % de molibdeno, lo que incrementa aún más su resistencia a la corrosión.
Con independencia del metal empleado en su calefactor de exterior, los entornos costeros siempre le obligarán a llevar un régimen de mantenimiento más riguroso que los interiores. Para mantener el aspecto del producto, lo ideal es montar los calefactores bajo cubierta, para que, a ser posible, queden protegidos de la intemperie. Además, la carcasa exterior del calefactor debe limpiarse al menos cada quince días con un paño suave y húmedo para mantener el aspecto del producto y protegerlo de las fuerzas corrosivas de los entornos marinos.
Para mayor tranquilidad, Bromic ofrece ahora su gama Platinum Electric en acero inoxidable 316 de alta calidad para uso en zonas costeras. La nueva gama de calefactores ha sido diseñada específicamente para brindar una mayor resistencia a los elementos corrosivos de los entornos marinos y ya ha tenido ocasión de demostrar su durabilidad y rendimiento en algunos de los superyates y cruceros más lujosos del mundo.
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